Por enésima ocasión la viveza de sus sueños lo despertó confundido, con una vaga sensación de que aún habitaba aquella inconsistente realidad. Esto lo mantenía intranquilo por el resto del día, pues ¿cómo saber que, efectivamente, había despertado? Comprendía por qué la mayoría de los seres humanos encontraba trillada esta idea —siglos habían pasado ya desde las inquietudes metafísicas de Chuang Tzu relacionadas con los sueños— y por ello no era un tema que le agradara tocar. A pesar de todo, no dejaba de consternarle la idea; todo el día prestaba atención al menor detalle que pudiese revelarle que sus sospechas estaban justificadas, quizá algún gesto irregular o algún reloj de avance discontinuo. Su suspicaz actitud generó disgusto entre ciertas amistades, y al fin decidió hablar una de ellas: “Entiendo tu preocupación y sé que tienes motivos para dudar, pero debo decir que continuar con esto hará que gradualmente las personas se alejen de ti. Gran parte del tiempo pareces no habitar este mundo, lo cual indica que acaso no has despertado; aunque esto parece más un problema de voluntad antes que uno de traslape de mundos”. La intención de su amigo era benévola, mas para él representó fuente de nuevas y numerosas dificultades. Traslape de mundos. “Es posible que verdaderamente me encuentre despierto”, se decía, “pero nada indica que no sea gradual la transición de este mundo al otro”. La idea cobró fuerza cuando se percató de que su memoria evocaba como hechos auténticos acontecimientos que habían tenido lugar en sueños. Reprochaba a su pareja malos tratos que ella juraría jamás haber cometido; guardaba resentimiento a sus pocos amigos por discusiones inexistentes; era receloso hacia su familia por comentarios que nunca hicieron. Sus penas se multiplicaron al provenir de dos mundos distintos; dormir no significaba reposar, sino prolongar la vida diaria. Esta condición miserable no duró demasiado tiempo, ya que ahora sus sueños habían adquirido la consistencia del mundo de la vigilia y se encontraban dotados de continuidad: pláticas interrumpidas durante el día se reanudaban, actividades pendientes se concluían, reuniones programadas tenían lugar. Sus sueños se encontraban en perfecta sincronía con su vida, aunque su vida no se encontraba sincronizada con sus sueños. Despertar implicaba reanudar lo sucedido durante los sueños, lo cual antes que causarle fastidio le brindaba placer, pues las posibilidades se multiplicaban. Para él, aun cuando esto tuviera lugar, los acontecimientos de sus sueños eran tan reales como los de su vigilia. A esto se debe que, cuando su pareja y amigos decidieron abandonarlo, no le causó demasiados problemas, aún conservaba aquellas amistades que había adquirido en sueños. La transición a la que tanto había temido parecía no haber tenido lugar, antes bien se generó una especie de puente entre ambos mundos, mismo que sólo tenía un sentido: el de la vigilia al sueño. Con el paso del tiempo, la línea que trazaba la distinción entre estado de vigilia y estado de sueño se tornaba cada vez más borrosa; sus días adquirieron una uniformidad que le impedía distinguir bien si estaba soñando o no.  Comprender cuándo transitaba aquel puente le resultaba difícil, su vida era ahora una extraña mezcolanza entre ambos mundos. Duró algún tiempo más en este confuso estado hasta que repentinamente, mientras trataba como de costumbre de saber si se encontraba en sueños o no, lo arrolló un camión. Despertó agitado y confundido. Desde ese día no volvió a soñar y decidió conformarse a la idea de que en verdad estaba despierto. Mas no dejó de atormentarlo del todo el pensamiento de que quizá ahora era tan sólo una sombra de lo que fue, habitando de manera permanente sus sueños.



 


Ilustraciones:
Nerian www.sxc.hu


Israel Antonio Bonilla (Los Ángeles, California, 1992). Actualmente cursa el quinto semestre de la licenciatura en Filosofía en la Universidad de Guadalajara. Es asistente editorial en la revista Protrepsis del Departamento de Filosofía. Escribió el editorial para el número 5 de la revista semestral Diálogos sobre educación de la UdeG Se dedica a escribir relatos y ensayos literarios.

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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