Insomnio
Entre libros
cae la noche.
Los párpados abajo
y los ojos en alto.
Laten los muros,
susurran
las sombras.
Resisto al magnetismo
de los signos.
Lucho por ahogar el murmullo
de las plumas,
el zumbido
del papel.
El sueño ha sido arrebatado
por el reclamo
de las palabras
y sus fantasmas.
Metrópoli
Sin rumbo por
¿Kant, Aristóteles, Platón?
Atento sólo al caminar,
pasos
constantes
en silencio.
En tus arterias
de arriba
abajo
se deslizan
sombras,
máquinas
de sombras.
Eres tejido
de miedos,
de humo.
Con fondo de
muralla y de pared
tu valle
es un circuito.
Busco en mí
sensaciones
bajo cables:
repetición
de un discurso
secreto,
repetición.
Busco en mí y
hallo a Caeiro:
En la ciudad, las casas
grandes encierran la vista
con llave, esconden
el horizonte
y tampoco podemos
mirar.
Enceguecido trazo
la línea del desplazamiento
por el papel;
aquella hoja blanca
que poco a poco es poblada
por edificios, ventanas,
corredores.
Otra vez por
¿Kant, Aristóteles, Platón?
Especies de espacios:
Anotar lo que se ve.
Aquello que sea importante.
¿Sabemos ver lo que es importante?
Nada nos llama la atención.
No sabemos ver.
Sin horizonte somos pobres.
Sin saber siquiera cuántos
habitantes tiene esta ciudad.
¿Cómo transporto aquí
la ciudad de papel ?
¡Dime, Georges Perec!
Hay que ir despacio,
casi torpemente.
Obligarse a escribir
sobre lo que no
tiene interés,
lo más apagado.
Aceleración continua:
traga fuegos,
escape,
fumarola,
payasos,
la náusea,
masa mecánica,
gris,
borrados los gestos,
sonrisa interior sofocada,
tiempo con precio,
la moneda es el templo,
prostituta el alma,
la mirada de excesos,
de fábricas,
aromas,
enfermos.
Deja de pensar en términos
muy elaborados, olvida
lo que han dicho los urbanistas
y los sociólogos.
Observa las partes:
piedra, cemento, asfalto.
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