¿Qué papel juega la poesía en un país azotado por la violencia y el desasosiego?  Parecería que el arte es algo banal cuando el panorama nacional es tan sanguinario. Michoacán es uno de los estados que más han sufrido durante los últimos años por lo que resulta difícil imaginar la cotidianeidad en estas condiciones. Morelia, su capital, no ha quedado al margen de la situación. A pesar de las circunstancias, o debido a ellas, tres jóvenes poetas se dieron a la titánica tarea de organizar un evento que reuniría a varios de sus colegas para, como ellos dijeron, regalarle a su ciudad tres días de versos y, con ellos, buenas noticias. Leonarda Rivera, Daniel Wence y Julieta Piña Romero decidieron darle vida al Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes en diciembre de 2013.

El resultado de su trabajo fue una grata jornada junto a cuarenta poetas que ya son nombres conocidos en la literatura mexicana emergente, todos ellos nacieron a finales de los setenta o durante la década de los ochenta. Si bien no se puede hablar de una temática o un estilo único que los vincule, sí se puede agruparlos como una generación que ha logrado darle un nuevo respiro a la poesía en nuestro país. El mosaico que forman va desde tonalidades que podrían considerarse tradicionales —“(…) de ti lo acepto todo: / el frío de tus labios, /el vacío de tus ojos” (Iván Cruz Osorio)— hasta mordaces —“El letrero sobre la puerta confirma que prefieres la soledad de un hotel barato” (Armando Salgado)—, pasando por aquellas que tocan una llaga —“Tan duro como el cadáver de un niño sin nombre asesinado por la ametralladora Maxim” (Xitlalitl Rodríguez Mendoza)—, e incluso aquellas que resuenan por ser tan familiares:

Éramos de la generación del cabello en ojos
                          Nos gustaban las máquinas de escribir
los fonógrafos donde sonaba The zombies
                          la ropa anticuada de los bazares
(…) Queríamos reciclar el mundo    rezurcir el ingenio
                                                               dar en el clavo

                                                                               Diana Juárez Rodríguez


Tal diversidad fue precisamente lo que se ofreció durante las actividades de este encuentro, entre mesas de lecturas y presentaciones de libros y revistas. Quizás uno de los actos más emblemáticos sucedió en el Jardín de la Rosas, un espacio al aire libre que la Secretaría de Cultura estatal ha usado con anterioridad como escenario para su programa de fomento a la lectura. Además del trabajo de los autores, lo realmente destacable fue la gran cantidad de asistentes, de curiosos que prefirieron quedarse a escuchar a los poetas en vez de seguir su camino. Fue éste el momento que reafirmó el objetivo de los organizadores: recuperar Morelia a través de la literatura.

Esta primera edición estuvo dedicada a la poeta michoacana Lucía Rivadeneyra. La mesa de homenaje reunió a  Claudia Hernández de Valle-Arizpe, José Ángel Leyva, Gaspar Aguilera, Rafael Calderón y José Mendoza, quienes, junto a Rivadeneyra, permitieron a los asistentes acercarse tanto a la autora como a su trabajo. En su natal Morelia, Lucía Rivadeneyra se dejó ver nostálgica y feliz, su presencia en esta ciudad recuerda la primera parte de su poema “Robo calificado”:

Siempre se vuelve al lugar del crimen.
    A extirpar el dolor de las paredes
    a pinchar los jadeos
    a buscar las manecillas de sal
de aquel reloj sin tiempo.
Se vuelve a escuchar
la última campanada herida,
el ruido cardíaco entre las venas,
y a remendar instantes deshebrados.

Este encuentro sirve como un recordatorio de que el arte no puede separarse del entorno donde se desarrolla; la creación literaria está íntimamente ligada a todo lo que sucede a nuestro alrededor y como tal es imposible dejarla a un lado, incluso en las condiciones más adversas. Leonarda Rivera escribe:

    Porque fue esta ciudad
    Porque fueron sus calles
    Su silencio   y    todas esas cosas raras
    las que borraron lo que pudo haber sido
    una gran historia de amor


El encuentro concebido por  Leonarda Rivera, Daniel Wence y Julieta Piña queda como testimonio de un esfuerzo por romper el silencio, cualquiera que sea su origen.  A decir de los organizadores, sólo el tiempo nos dirá cuáles poetas serán referentes imprescindibles de la literatura mexicana en el futuro,  así que no queda más que esperar.




 


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Ilustraciones:
Fotos cortesía de los organizadores
del Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes
www.facebook.com/encuentro.nacional.14
 


Itzel Rivas Victoria (Ciudad de México, 1985). Traductora egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus traducciones han sido publicadas en Periódico de Poesía, Viento en Vela y Paso de Gato. Participó en el festival Poesía en Voz Alta 2007. Actualmente se desempeña como traductora freelance.

 

 

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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