There’s a lady who’s sure all that glitters is gold
and she’s buying a stairway to heaven
and when she gets there she knows if the stores are closed
with a word she can get what she came for.

Led Zeppelin, “Stairway to heaven”
 

I

viste que una muchacha compraba su escalera al cielo y mientras se trepaba su vida iba a parar al piso ella lo intentó una y otra vez sin prisa ni desmoralización sin enflaquecer la distancia se acortaba y la muchacha despedía sonrisas a todo aquel transeúnte que levantara la mirada o a los descarados que en silencio le proponían un socorro embustero pues bajo su falda había triángulos de vida eterna chácharas de supermercado y playeras de algodón la muchacha ignoraba que la escalera no conducía al cielo sino hacia el polvo de las primeras efigies hacia el regocijo fosilizado por los tiempos posmodernos hacia una dictadura donde las calles eran ocupadas por tipos anchos gigantes como míster Goliat que cobraban peaje a cualquiera que pusiera un pie en su banqueta en su territorio de sin filosofía y sin ahorros para la vejez eran tipos que también compraban escaleras con dirección al instante emborronado por tiempos inusuales y bebidas de alcanfor eran tipos con metales en las manos y propaganda con derechos de propiedad pero no hablemos de los gorrones en fin te pregunté si viste a la muchacha que compró una escalera al cielo la trepaba y los vientos levantaron su falda y en sus piernas se veía la decoloración la rugosidad del paso del tiempo fruta podrida que no has de comer pero algo brillaba entre sus piernas el recuerdo los recortes de apesadumbrados días y viajes a la ciudad del alpiste y súbitamente se fue la luz justo cuando el viento hacía de las suyas y le arrancaba la falda a la muchacha yo puse la mirada en el oeste y me di cuenta que la muchacha no compró escalera alguna que las tiendas estaban cerradas que ella no cumplía su sueño de viajar al cielo y que todo lo que vi lo provocó una ceguera vacilante me enteré demasiado tarde cuando la muchacha perdió su luminosidad y esa sonrisa con la que trepó la escalera al cielo la muchacha no existía ni caminó frente al banco en el que yo aguardaba un regaño de familia todo ello lo supe más tarde pues un viejo vagabundo me lo contó desapresuradamente


II

con una palabra no se pesca lo que se desea dices amaneció y de pronto ya es medio día las palabras son una larga hilera en la que no existe punto de llegada y olvidas la plaza de donde huiste las palabras fluyen en los cafés en las guitarras en las oficinas de gobierno en el zoológico que se cruza con los recuerdos con otras palabras que se ejercitan bajo el astro rey juegan fútbol y tiro al blanco palabras que mueven alfiles se cubren una vez más de contingencia viajan en metro y en urbano porque no alcanza para el coche son palabras que entran al autoservicio y preguntan por un fiel compañero que las conjugue que las cremosee de bosque de abandono de una veintena de imágenes donde descasarán por la eternidad palabras de hace milenios y al mismo tiempo palabras inventadas en el ciberespacio durante la mañana porque hubo amanecer y salimos a mirar el disfraz de la bahía abrazamos la televisión y nos reímos de las bazofias del amor y de las cejas desmaquilladas de una lady que agredía a policías su verdadera pretensión era que la agredieran en un motel de sexta que le pusieran en marcha con total delicadeza y de acuerdo a la norma la palabrería de Sade pero hablábamos de otro tipo de palabras las de una canción que dice que con las palabras sí se puede obtener lo que uno busca por ejemplo una carta intensa para que seres lejanos (¡miss Narda!) se enteren de nuestra miseria de nuestro carcajeo del apasionamiento descomunal palabras como las de Werther como las de The Beatles o de alguna romanticada en pop en revista de colores donde se entiende que con la palabra no se gana nada ni que te publiquen o arrojen tu verbosidad a la hoguera tampoco se juguetea sólo palabras que se rehúsan a perder la forma se cuelgan de su rama de siglo XI y se enclaustran en un camino gris que las trasladará a la muerte hacia oscuridades rotas en fin palabras que germinan para convertirse en neologismos que aburrirán dentro de cien años


III

sé a dónde voy hacia las catatumbas que llevo en la suela de mis zapatos hacia la heredad que se remueve en las palabras gastadas tiempo atrás hacia el desayuno de supermercado me dirijo a una ciudad borrosa en cataclismo donde pago renta por pisar sus calzadas por tomar el sol en las esquinas yo sé a dónde voy y tiemblan las paredes me sacudo la nariz recojo la ropa para guardarla en mis viejas lecturas mientras un canario dice que ningún poema es esencial por mi parte vivo y me derroto voy al camino donde no me encontraré con mi último amor (maldición acabo de mencionar esa palabra inexpresiva y burlesca) no estaré en ese camino iré a una vía alterna para tropezar con la muchacha que compró la escalera al cielo visitaré las palabras que zarparon rumbo al vientre de la nada sé a dónde voy recorro el mundo sin hacer promesas sin engolosinarme con la brevedad ni los pechos de la filosofía porque el café aquí no tiene sabor dicen que parece agua de calcetín y la cartera es un ropero antiguo voy a ninguna parte saldré de la bahía de las plazas y de los laboratorios mientras construyen ciudades del más allá y me quedo en el más acá empujo la puerta y en las paredes percibo un mensaje que dice al fin llegó el esperado sí al fin llego para que nadie me quiera nadie me lea ni le llame la atención a mi cuerpo raquítico me tanteo compro frutas y lenguaje accidental fenece la perspectiva y sé a dónde voy llorosamente troto seduzco a la muerte incluyo la destrucción del universo y me postro en la ventana la muchacha trepa su escalera al cielo se cae y la gente ríe ella lleva una falda almidonada que demuele a mis antepasados la muchacha bebe fortaleza lo intenta una vez más y sé que ella es falsedad como todo lo que me rodea como todas las personas que me hablan como esta hoja todo es falso mientras yo me dirijo a ninguna parte
 

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Ilustración:
goldieab www.freeimages.com
 


Geovani de la Rosa Peña (Pinotepa Nacional, Oaxaca, 1986). Licenciado en Ciencia Política y Administración Pública, (UAGro. 2009). Ha sido becario del programa Jóvenes Creadores del Fonca en Poesía (2012-2013). En 2012 publicó el libro Babélico (Praxis-Instituto Guerrerense de la Cultura). Obtuvo el XIII premio Estatal de Cuento y Poesía María Luisa Ocampo (Instituto Guerrerense de la Cultura, 2011). Fue incluido en el proyecto editorial de cuento infantil Nahuales: los guardianes de la tierra (Fondo Regional para la Cultura y las Artes Zona Centro, 2011). Primer lugar en el Certamen de Ensayo Político (Instituto Electoral del Estado de Guerrero, 2009).

 

 

Punto en Línea, año 17, núm. 113, octubre-noviembre 2024

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