Huracán
I think you’re crazy, may be I think you’re crazy, may be… Motion Picture Soundtrack- Radiohead
Sólo su respiración y nada más: no hay sonido más propio mientras su mente se atormenta con nubes de color casi ajeno: inhala, exhala: el silbido del ojo de un huracán categoría cinco: falsa calma, pausa medular en la furia húmeda entre párpados precipitada: de maquillaje la marea negra es en sus mejillas anegadora cuando continúa la tempestad: destructiva en su garganta vibra la certeza del trueno, los dientes aprieta para contenerla: en sus ojos relampaguea una revancha contra un sólo hombre: él, que le ofreció perlas de lluvia traídas de países desérticos: en algunas escribió de canciones insulsas la letra, en una más los alfabetos amontonó cuantos hay para el Universo en una canica colocar bajo su escalera, en otras proyectó películas: una biográfica donde su poeta favorita al final se suicida, y una quimérica de la vida que compartirían: él, que perla a perla fue a las sirenas despertando sin saber que le cantaban a ella la locura: él, jurando comprenderla y poder a sus venenos dar cordura, calentó las aguas, agitó los vientos: en vez de soledad le dio más perlas: más nubes, más lluvia, más viento, que cuando en restaurantes polvorientos sólo restan ostras vacías ya no es brisa recíproca, sino vendaval que alimenta la tormenta donde ella se ahoga. Como canción descompuesta suena a media noche un eco en la memoria: nuestro rompecabezas de fragmentos revueltos. Dos melodías se ajustan a tu imagen mientras tercas la evocan las voces en el viento y los murmullos que repiten tu nombre desde las hojas secas bajo mis pasos, fatigados de buscar las piezas que perdimos. Coffe & TV Cf. Blur (Albarn, Coxon, et al), 13, 1999. Dime que tú también has visto mucha tele, que igual que yo sientes que te estas quedando ciega y que tus neuronas están virtualmente muertas. Dime que tú tampoco quieres enfrentar los abismos, que prefieres pasar un domingo viendo tele y llevarme mi taza de café a la cama mientras abandonamos nuestras mentes a la suerte de los rayos catódicos. She’s in Fashion
...and if she tells you “you should know” then you should know… Suede
I
Ella sabe de moda; dónde y cuándo aprovechar las ofertas; siempre compra lo que mejor le queda: prendas que por más de una temporada lucen nuevas, de su precio discretas, si las combina con su gran sentido.
II
Su ropero guarda tras su puerta colores y texturas como el clima: a veces espontánea, otras sin prisa, ella se pone en cada prenda reflejos del clima que lleva dentro. Ella es experta en ser sol, huracán o simplemente un día cualquiera, sólo con elegir la ropa correcta. Ella siempre logra su clima deseado sin importar lo nublado, lo soleado.
III
Ella sabe vestirse bien; a veces gastar mucho no le importa. Pocos entienden que entonces busca la forma, con olor de ropa nunca antes usada, de lo que despierta la hizo quedarse pensando anoche.
IV
Ella siempre se ve bien. La ropa correcta en el día correcto es su secreto. Un variado guardarropa, cuidadosamente elegido, es la clave del secreto. Aún en días tristes, de prendas insignificantes, su habilidad es evidente: habla por ella su ropa cuando se queda callada. Ella nunca se pondría algo que la hiciera verse mal, incluso si dice lo contrario.
V
A veces, en días de frío, me pregunto por qué ya nunca usa ese abrigo que le ajusta perfecto, la protege de algo más que el viento, se le ve mejor que ningún otro. Es uno de esos abrigos capaces de durar varios inviernos y otros tantos veranos lluviosos. Antes ella lo usaba todos los días. Ahora usa suéteres que se descosen tras pocas puestas; algunos ni siquiera son de su talla. ¿Algún día dejará los suéteres y volverá al abrigo? Ella ha cambiado: se pintó el pelo, compró nuevos accesorios, usa otro perfume, otros aretes, otra actitud y otras sonrisas. Tal vez a todo eso le falta sólo el abrigo. Tal vez el abrigo no combina con todo eso. ¿Alguien sabrá si el abrigo ya pasó de moda y le sienta mejor a ella tenerlo guardado? ¿Valdría la pena regalar ese abrigo a la caridad? Para saber si el invierno próximo volverá el clásico que espera colgado bastaría que ella se probara el abrigo, se quedara un rato frente al espejo recordando la tibieza que dejaba en su cuerpo, al que cubría versátil con cualquier atuendo. No podría equivocarse: ella sabe, ella sabe de moda.
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